Eligius (Eligio) nació en el siglo VI en el centro de Francia. Desde niño mostró una piedad y un tenor admirables. De familia humilde sus padres consiguieron que iniciara el aprendizaje del oficio de la orfebrería. Debió destacar por su destreza ya que pronto los reyes francos lo tuvieron pronto en su corte como labrador del metal y por las capacidades que tuvo como consejero de la Corona. Destacó no solo por su piedad, sino por su honradez, su sentido común y su rectitud. Y por ello, tanto Clotario II, como su hijo Dagoberto y su nieto Clovis II lo mantuvieron en el consejo de la Corte. Parece ser que el favor del rey se lo ganó al elaborar dos tronos regios con el oro que iba destinado para uno solo.
Hombre generoso, repartía muchas limosnas entre los más pobres y fue el promotor de la construcción de grandes abadías por todo el reino, como la abadía de Solignac, o la de San Pablo en París.
Su fama y su piedad debían ser tan grandes que al morir el obispo de Noyon el pueblo aclamó a Eloy para que ocupara la cátedra episcopal. Ordenado sacerdote y obispo casi de inmediato, y casi en contra de su voluntad, ocupó la sede de la ciudad de Noyon en el año 641 hasta su muerte el día 1 de diciembre del año 660. Lucho contra la idolatría pagana que aún circulaba en algunas zonas del territorio franco y trabajó para afianzar la fe en el territorio. Iba siempre seguido por una corte de pobres. Participó en el concilio de Chalons-sur-Seine en el 644.
Existe una vida de San Eloy escrita por otro santofrancés, San Ouen, que debía ser amigo suyo. En la parroquia estamos haciendo el esfuerzo de traducirla para conocer más a fondo la vida de nuestro titular. Su onomástica se celebra el día 1 de diciembre y además es el patrón de los joyeros, plateros, orfebres, herreros y trabajadores de la metalurgia.
