Comentario del Evangelio del Buen Pastor | Parroquia San Eloy
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22 Abr COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO IV DE PASCUA, DOMINGO DEL BUEN PASTOR

Este domingo IV de pascua es conocido como domingo del Buen Pastor porque el evangelio que se proclama es el del capítulo 10 del evangelio de Juan, en el cual Jesús se identifica como el Buen Pastor.

Jesús es el Buen Pastor, y lo que hace que el pastor sea bueno es que éste da su vida por las ovejas que tiene a su cuidado. Pone en juego su vida cuando las ovejas están en peligro frente al asalariado, el mal pastor, que huye en cuanto ve venir al lobo.

El Buen Pastor conoce bien a sus ovejas y ellas le conocen a Él. Con esto Jesús está indicando el fundamento de la “pastoral” de la Iglesia: dar a conocer a Cristo, el Buen Pastor, darlo a conocer de una manera profunda para que la gente trabe una relación profunda con él.

Pero al mismo tiempo Jesús define quiénes son sus ovejas: la que le conocen a Él. Es deber de todo cristiano conocer a Jesús y reconocerlo. Identificar su voz frente a las numerosísimas voces que nos interpelan.

Sólo el conocimiento cada vez más profundo de Jesús nos ayuda a ir reconociendo al Buen Pastor y a escuchar su voz frente a las muchas voces que reclaman la posesión de nuestro corazón.

Cuando no escuchamos y reconocemos su voz corremos el riesgo de perdernos… Cierto es que tenemos la certeza de que va a salir en nuestra busca y no va a parar hasta devolvernos al redil, pero el coste de nuestro extravío es grandísimo: lo muestran sus llagas y su costado abierto. Pero el coste también es para nosotros: cuando nos perdemos quedamos a merced de los lobos que pueden mordernos y herirnos gravemente, o quedar atrapados en las zarzas… El pecado y los vicios en los que podemos “perdernos” provocan graves heridas en nuestra naturaleza… A veces heridas que dejan graves secuelas.

Nuestros extravíos ponen de manifiesto su inmenso amor por nosotros, la bondad de este Buen Pastor que es Jesucristo.

Por eso, para evitar el perdernos tenemos que aprender a escuchar su voz. Distinguir la voz de Cristo que nos habla por medio del Espíritu es fundamental en la vida cristiana. Es el arte del discernimiento. Porque nuestro corazón se ve interpelado muchas veces por voces que quieren extraviarlo, voces a veces muy sutiles y engañosas, pues aquel que quiere perdernos, el Malo, sabe disfrazarse bien de ángel de luz para llevarnos luego a la oscuridad. Es necesario aprender a discernir los deseos y mociones del corazón, sabiendo que en Él se lidia un combate interior. No todo lo que nos dice el corazón viene de Dios. Hoy vivimos en una sociedad donde prima el emotivismo. Los cristianos hemos de poner luz a las emociones del corazón, porque el corazón a veces está muy herido y le cuesta mucho distinguir la voz del Buen Pastor.

La certeza de que Cristo, Buen Pastor, no nos abandonará jamás, y que saldrá en nuestra búsqueda si nos extraviamos nos hace vivir con mucha paz y confianza, pero esta certeza no puede llevarnos al adormecimiento… Hemos de vivir siempre con esa tensión espiritual para cuidarnos de que no nos separemos del rebaño.

La imagen del Buen Pastor nos evoca también la imagen del rebaño. Cuando un rebaño de ovejas siente el peligro se agrupa para protegerse poniendo en el centro a los corderos y a las más débiles. El rebaño de este Buen Pastor es la Iglesia llamada a la comunión y al cuidado de los unos y de los otros, especialmente de los más débiles… Ésta es la llamada del Buen Pastor a su rebaño, la Iglesia… Ojalá también aprendamos también que el cuidado de los unos a los otros dentro de la Iglesia, pues éste es el deseo del Buen Pastor, no un rebaño disgregado por el egoísmo y los intereses personales o de pequeños grupos. La Iglesia del Buen Pastor es la que cuida de todos, especialmente de los más débiles. Es el redil donde tendríamos que estar cuidados y protegidos de los peligros de mundo, el redil donde sanar las heridas de nuestros extravíos, donde el Buen Pastor sigue cuidándonos y entregando su vida.