28 Abr Comentario del Evangelio del V Domingo de Pascua
En el Evangelio de San Juan Jesús, consciente de su ser y de su misión en el mundo, se autodefine de diversas maneras: “YO SOY”: el Pan de vida…, el buen Pastor…, el Camino, la Verdad y la Vida…, la Luz del mundo…, etc. Y hoy, en este V Domingo de Pascua nos dice que Él es la VID VERDADERA, “lugar” teológico que hunde sus raíces en tiempos de Noé, mientras que el pueblo de Israel se identifica como la viña del Señor, infiel y poco productiva.
Jesús asume ser la viña y la cepa en la que hemos de estar injertados para tener vida. De hecho, en los pocos versículos del Evangelio de hoy, 7 veces aparece la expresión “permanecer en Cristo” (expresión opuesta a la frivolidad de esta sociedad “líquida” que rechaza lo definitivo y todo lo convierte en provisional y desechable), para poder “dar frutos” que aparece 6 veces, lo que nos lleva a concluir que quien permanece bien fundado en Él, da fruto mientras que, cuando Jesús no juega un papel fundamental en la vida del cristiano, los frutos son escasos y la vida cristiana se hace estéril. Pero no podemos perder de vista que, para que la vid dé fruto abundante, requiere de la necesaria y dolorosa poda que en el momento actual nos remite a esta pandemia en la que se nos hace difícil asumir la fragilidad, la finitud y la provisionalidad de nuestra existencia humana mientras la inseguridad se adueña de nuestra sociedad olvidando que Jesús es compañero de camino y, en la hora de la poda su presencia nos estimula para brindar abrazos, compartir la mesa y derrochar ternura con cuantos buscan sentido a su vida en medio de la obstinada negritud del dolor, la enfermedad y el sufrimiento.
Envueltos en este ambiente de dolor e incertidumbre, acudamos al Señor que nos recuerda: permaneced!. No caigamos en la tentación de cerrar los ojos y desconfiar de Dios, pues sabemos que nuestra fragilidad convive con nosotros pero sabemos también que Dios se cuela a través de nuestras debilidades para recordarnos que somos suyos, que dependemos de Él, que nos ha creado en Amor para ser Amor. Adheridos entonces a Él, lograremos seguirle en su modo de vivir, amando y generando vida hasta dar la propia.