22 Jul Comentario del Evangelio: Solemnidad de Santiago Apóstol, Patrono de España. ¿Qué deseas?
Mateo intenta suavizar la petición de los Zebedeos a Jesús poniendo por mediadora a su madre, pero en otros evangelios son ellos directamente los que se acercan a Jesús a pedirle esos puestos de privilegio. Bien sea la madre, bien sean ellos, lo que pone de manifiesto es la ambición por el poder y por ser los primeros que anida muchas veces en nuestros corazones.
Con la pregunta que Jesús le hace quiere desvelar lo que hay en su corazón: “¿Qué deseas?”. No le pregunta, qué piensas, qué maquinas en tu cabeza, si no acerca de lo que hay en el fondo del corazón que es donde verdaderamente nos jugamos el partido de nuestra vida. Y lo que surge del fondo del corazón de esta mujer y de los Zebedeos, Santiago y Juan, es la ambición por el poder, el querer ser más. La indignación de los otros diez al enterarse pone de manifiesto que todos llevan dentro esa ambición.
El deseo de ser más, está puesto en el corazón del hombre por Dios. Es como un motor interno que hace que el hombre se ponga en marcha rumbo a su destino. Sin embargo, tras el pecado, ese deseo de infinito puede desviarse y confundirse. El ser como dioses sólo Dios puede darlo y supone que el hombre se someta a los tiempos del Creador. Por eso Jesús responde que ese deseo de ser los primeros en su reino, que es el Cielo, es cosa de su Padre, y no suya. Cuando uno quiere ya ser como dios confunde ese deseo y lo que ambiciona es poder ahora. Ser más que los demás.
Por eso, para que se cumpla el destino del hombre, uno tiene que ir a menos para ser más. Jesús lo advierte con la pregunta que les hace, esta vez a ellos, no a su madre, porque en el fondo son ellos quienes lo desean. “No sabéis lo que pedís”, no habéis discernido bien cual es el verdadero deseo de vuestro corazón, porque habéis de ser capaces de beber del cáliz de la cruz, del abajamiento completo, para llegar a ser lo que queréis de verdad ser… Este es el camino que Jesús les explica luego, tras la polémica por el poder: el camino del servicio, del abajamiento, de ser el último. Servir y dar la vida en rescate por muchos. No ser el primero para ser servido.
Por desgracia, la distorsión del corazón del hombre sigue siendo enorme y también entre los que seguimos a Jesús se produce esa confusión de querer ser como Dios ya en esta vida. La misma caída de Adán y Eva se repite una vez tras otra. Porque la pregunta acerca del deseo, la que hace Jesús, es también la misma que hace el Demonio. Jesús la hace para esclarecer nuestros corazones. Satanás para embrollarlos todavía más y hacernos caer en sus trampas. Hasta el punto de que la tiranía hoy en muchas ocasiones se disfraza de falso servicio.
Santiago, efectivamente, bebió del cáliz amargo del que tenía que beber Jesús. De hecho, fue el primero de los apóstoles en derramar su sangre tal como nos cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles. Este apóstol, el primero que siguió el camino de Jesús, es hoy patrón de nuestra patria. Vivimos tiempos convulsos en los que los que ambicionan el poder son incapaces de entender lo que es el verdadero servicio, aunque incluso ellos mismos hablen y se vean como “servidores de España”. El que es servidor de otros, no puede ser servidor de uno mismo. Le rogamos al Apóstol Santiago por ellos, para que verdaderamente entiendan que para ser el primero hay que ser esclavos, servidores de los demás. Le rogamos por nuestra patria, para que en concordia, unidos, no busquemos nuestros propios intereses sino que busquemos siempre el bien común, que el Señor desvele en nuestros corazones los egoísmos y ambiciones que muchas veces nos dominan, y así, como hizo con Santiago, con Juan y con los otros diez, sepa colocarnos en el camino del servicio a los demás, el del abajamiento, que es el único camino que conduce a la verdadera libertad y a la felicidad, el único camino que cumple el deseo profundo de infinito que lleva nuestro corazón impreso.