13 May Comentario del Evangelio VII Domingo de Pascua: La Ascensión
Los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) narran la Ascensión como la última etapa de la presencia visible de Jesús en medio de sus discípulos. Y efectivamente, por lo que se desprende del texto del Evangelio, la “ausencia” física se transforma en fuerza invisible a fin de que aquellos que se quedan “mirando al cielo”, heridos y desconcertados, vuelvan a su vida normal con las mismas posibilidades del Maestro para “pasar por la vida haciendo el bien” con la convicción de que, las heridas del Resucitado son las de todos los hermanos marcados por el dolor y la violencia.
“¿Qué hacéis ahí mirando al cielo?». Palabras difíciles de comprender para el grupo de Discípulos que pierden de vista a su mejor referente, Jesús de Nazaret. Se han quedado sin horizonte alguno que dé sentido a sus vidas y emprenden su camino en el mundo sin la presencia visible del Maestro. El cielo ya ha comenzado en la tierra cada vez que nos reunimos en el nombre de Jesús…, cada vez que nos amamos como Él nos ha amado…, cada vez que ayudamos a los pobres y los sentimos hermanos.
La ausencia física del Maestro debe llevarnos a asimilar que, permanece entre nosotros a través de los SACRAMENTOS, de su PALABRA y, en cada HERMANO que nos sale al paso en nuestra vida…, en cada rostro sufriente, imagen y presencia real de Cristo. Qué importante resulta la COMUNIDAD!como presencia viva de Dios en nuestro mundo, en la que no sólo alimentamos nuestra fe sino que se nos capacita para ser transmisores de esa Buena Noticia que es el Evangelio.
Aceptemos el reto de ser TESTIGOS CREÍBLES DEL RESUCITADO para que, quienes comparten nuestra vida de cada día, perciban que también Él camina a nuestro lado como nos lo ha prometido: “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20)