A través del sacramento de la reconciliación descargamos en Dios nuestros pecados y recuperamos la gracia perdida a través de ellos. La forma propia del sacramento es la confesión individual. En los tiempos penitenciales suelen realizarse celebraciones comunitarias de la penitencia con confesión y absolución individual. En algunos lugares se han estado realizando celebraciones con absolución general, pero estas NO TIENEN VALIDEZ MAS QUE EN CASO DE EXTREMA URGENCIA, y de hecho, una vez pasado el peligro, el fiel debe buscar un confesor y confesarse de manera individual.
El sacramento de la penitencia es una oportunidad de recibir el abrazo misericordioso del Padre que nos perdona todo, incluso hasta los pecados más graves. Hemos de confiar en su misericordia y confiar en la Iglesia, a pesar de los reparos que podamos tener en ello.
En la parroquia el sacerdote suele estar disponible media hora antes de la misa y siempre que se lo solicite en el despacho parroquial.
<<Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.>> (Jn 20,22)